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Artistas que adornan la Isla: Martha Jimenez adora el barro

La Plaza del Carmen, en pleno corazón de Camagüey, es una de las principales atracciones turísticas en una ciudad declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, en 2008. Su construcción data del siglo XIX, pero todavía conserva ese estilo colonial distintivo de las islas del Caribe, en las edificaciones que la rodean y el trazado de las calles que en ella convergen.

Mucha historia ha pasado por la Plaza del Carmen que ha visto, casi sin modificaciones, el acontecer de la que fuera una de las más acaudalas y prósperas villas españolas en la Isla, gracias a su potencial ganadero y a la pujanza de su industria azucarera.

Hoy, el añejo espacio resulta una mezcla de tradición y arte, una combinación capaz de atrapar a los más escépticos transeúntes, muchos de ellos confesos cautivos de la belleza singular de las obras que la adornan.

La culpable de tanta notoriedad es la artista Martha Jiménez, autora del conjunto escultórico que recrea la cotidianeidad de los barrios circundantes, muy impresionante por su originalidad y capacidad creativa.

Integrada por siete esculturas modeladas en barro, a tamaño natural, la colección fue elaborada a partir de la técnica del molde perdido, lo que hace a cada pieza única en su tipo, característica que acrecienta su valor desde el punto de vista artístico.

Lo modelos son, nada más y nada menos, que personajes locales. Martha los inmortalizó en sus actividades diarias. Por ejemplo, en uno de los bancos de la plaza está la obra “El periodiquero”, que retrata al octogenario Norberto Subirats, a quien ella descubrió un día de 2002 leyendo un ejemplar de la prensa cubana.

Subirats posó varias horas al día durante dos meses y, según ha declarado en varias ocasiones, es lo más grande que le ha sucedido en la vida, pues gracias a la obra resultante su imagen es conocida en puntos tan lejanos como Rusia, España y los Estados Unidos.

En la Plaza del Carmen también llaman la atención “El carretillero”, “Los novios” y “Las chismosas”. Aunque no siguen fielmente a persona real alguna, de cierta manera simbolizan estampas de cuanto transcurre diariamente en ese lugar.

“Las chismosas”, en particular, es una de las piezas más celebradas por el público. Está conformada por la imagen de tres mujeres en actitud conversacional y una silla vacía. El sitio vacante nace del propósito de la autora de crear una tradición, y lo logró: son muchas las personas que se sientan y piden un deseo, acto simbólico demostrativo de la fe humana en un futuro mejor. Quizás esperan una chismosa más. Sería difícil saber.

Martha Jiménez es más que una artista, es una cronista de cuanto acontece en la vida diaria de la ciudad que la vio nacer. Ella y sus obras atraen a toda suerte de curiosos, porque sus manos son capaces de mucho más que modelar estatuas de tamaño natural.

En su estudio-taller, ubicado en las inmediaciones de la mencionada plaza, Jiménez ha dado vida a su propio universo, nacido de su imaginario y en el que deposita, con el diseño de cada pieza, sus inquietudes creativas que la decir de los especialistas no son pocas.

Ha incursionado con éxito en otros campos de las artes visuales. Si bien su faceta más conocida es la de ceramista a causa de su obra enaltecedora de El Carmen, también es meritorio su catálogo de pinturas y grabados.

Máster en Artes Plásticas y Profesora Adjunta de la Cátedra Iberoamericana de Artes Plásticas y Diseño, Martha Jiménez es un símbolo de la cultura cubana por la manera en que ha sabido, mediante su obra, mostrar la esencia del folclore de su país y las costumbres más raigales de su pueblo, sin renunciar a estándares universales de las artes visuales contemporáneas. Con esto ha asegurado que su trabajo sea comprendido en otras latitudes.

Algunas obras suyas, sobre todo monumentales, están emplazadas en Turquía, Austria, Inglaterra, Argentina, Estados Unidos y Canadá. También su trabajo pictórico es conocido fuera del terruño, con exposiciones en galerías de China, Brasil, México, Puerto Rico y Francia.

Las chismosas, de pequeña a gran escala:

“Las chismosas” nacieron diminutas. Por ellas, su autora recibió un premio de la UNESCO en una edición de la Feria Internacional de Artesanía de La Habana. De ahí surgió la idea de llevarlas a escala natural y así perpetuarlas en la Plaza del Carmen.



Autor: Guillermo Álvarez 
Fuente: https://tocororotravel.com